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Archive for the ‘Peñaflor S.A.’ Category


Hoy divago sobre una vertiente poco conocida (ignota, si fui bendecido por la chispa descubridora) del maridaje. Su originalidad estará signada por el veredicto de los sommeliers; yo me limito a expresarla, con la alegría de quien produce un concepto, nunca antes visto en su transcurrir intelectual.

Su concepción parte quizás del espíritu del maridaje: esa combinación que busca enriquecer la experiencia del vino en comunión con otras experiencias sensoriales, produciendo innumerables páginas, sueños, disertaciones, creaciones, sin encontrar aun una teoría unificadora, una regla suprema que nos permita encausarla en entornos deterministas.

La carencia de este marco, le dio licencia a mi imaginación para proponer una combinación, tan común como el vino mismo, pero quizás tan inexplorada como las profundidades del mar. Esta combinación ha permitido a través de los siglos el avance de este néctar, desde la noche de los tiempos, hasta la modernidad, pero que rara vez se aborda desde la óptica del maridaje: la combinación hombre – vino.

Comúnmente maridamos el vino con la gastronomía, en un intento que parte del conocimiento del alma de los vinos y de los platos, hacia la simbiosis sensual de una experiencia amplificada.

Uno de los mayores placeres de la existencia humana, es sin duda, el de conocer el alma del “otro”, ese “otro” (u otra) que cuando se nos abre, tiene el poder de transformarnos, potenciarnos, encausarnos, apasionaros y en últimas inspirarnos.

Porque entonces no maridar ese conocimiento que obtenemos del “otro”, de nuestro prójimo, con la experiencia del vino, buscando resaltar los rasgos distintivos de una personalidad, emulándolo en el vino y su inmensa capacidad expresiva, a manera de homenaje. Este maridaje busca encontrar similitudes entre un alma viva y un alma inerte (pero viva), y regocijarse en esta búsqueda. Su expresión perfecta es la que se logra mediante el conocimiento profundo del otro y su reflejo en el conocimiento profundo de un vino.

El día de hoy, el binomio hombre – vino que me acompaña en la exploración primigenia es el siguiente:

Hombre: mi padre; bendecido el día de hoy con un año más de vida. Sus rasgos característicos son la fortaleza, la vivacidad, la entereza. Aunque su ponqué de cumpleaños ya casi no puede alojarle ingente cantidad de velas, su espíritu y complexión es joven, entera, robusta. Su personalidad siempre nos ha impulsado hacia el trabajo, la dedicación, y la profundidad en las industrias que emprendemos, con potentes notas de alegría y entusiasmo.

Espero que el vino que he escogido para emular las cualidades de mi padre, esté a la altura de tan eximio ser.

Vino: Finca La Escondida Reserva, Cabernet Sauvignon, 2004, San Juan, Argentina, Peñaflor S.A.

Origen: San Juan, Argentina

Graduación alcohólica: 13,5

Temperatura ideal de servicio: 18 grados centígrados.

Tipo de corcho: natural.

Fase visual: granate intenso.

Fase olfativa: acentuados frutos negros, con notas a uvas pasas. frutos rojos sutiles. Aromas a maderas nobles.

Boca: muy vigoroso al inicio, predominando la presencia de fruta. Los taninos son intensos al comienzo para luego sutilizarse. Su dulzor es elegante, notándose en el trasfondo notas a madera. En términos generales es un vino bien estructurado, donde se empieza a notar la influencia de la guarda, suavizando el carácter impetuoso de la cepa.

La velada fue fabulosa, acompañada muy acertadamente por unos champiñones gratinados envueltos en tocineta, unos tomates provenzal y unos rollos de pimentón a los cinco quesos (queso crema, ricotta, mozarella, parmesano y gorda).

El carácter de vino emuló humildemente el carácter de mi padre, un ser que con sus años puede ver la vida desde otra perspectiva, calmada, tranquila pero llena de vigor.

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Es la noche de un viernes en donde me invade una extraña sensación. Por lo general las noches de soledad son aburridas, pero hoy me siento enardecido por comprar una buena botella y sentarme a escribir sobre mi interacción con ella.

Por donde empezar, cuando se tiene un estante lleno de posibilidades de todo tipo (precios, variedades, matices, orígenes, etc. etc. etc); eso hace parte del encanto. De pronto ví una botella que alberga un especial recuerdo en mi recorrido enológico. Recuerdo que un día la escogí, encontrándome en el ejercicio de construcción de una velada romántica en compañía de mi otrora musa, por el simple hecho de que su cepa era en ese entonces totalmente extraña para mi: La bonarda. Recuerdo también que la sorpresa fue mayúscula, cuando pudimos abrir y disfrutar dicha experiencia, ya que el vino en cuestión resultó suculento y avivó completamente la noche.

Hoy lo vuelvo a comprar buscando toparme con las sensaciones de antaño tan gratamente albergadas en mi memoria.

Finca Las Moras, Bonarda 2005, Mendoza Argentina, Peñaflor

Temperatura óptima de servicio: 15 a 17 grados centígrados.
Graduación alcohólica: 13.1
Tipo de tapa: corcho sintético.
Fase visual: Rojo intenso, casi morado. Borde de copa rosáceo. Lágrima pronunciada.
Fase olfativa: Aromas frutales con notas de miel de abejas. Dichos aromas se presentan muy abiertos desde el principio. Se nota la presencia de taninos suaves.
Boca: sabor muy fresco, taninos suaves y con persistencia en boca, dulzor moderado, cuerpo moderado.

Remembrando aquella vez hace aproximadamente dos años, las sensaciones de la presente cata, no fueron tan impactantes. No se si los sabores han sido opacados por la costumbre y el mayor conocimiento, o si realmente el ejemplar ha decaído en calidad. De todas maneras sigo pensando que es un vino amable, sin muchas pretensiones, ideal para acompañar una velada descomplicada y platos no muy potentes.

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